Estoy delirando. Escribo y reescribo. Vomito palabras.

Se me cruzó una historia, empezó en un cuentito de 5 a 6 planas, pero ya voy en 20, a un espacio, lo que son 40’realmente, y creo q llegaré a 200 de 1 espacio, cuatrocientos a doble.
Se me arranca la historia, camina sola. Es una nívola, con personajes que hablan y hablan sin que los guíe.
Hago referencia a Atardece en Algarrobo, una historia en prosa poética que se me ocurrió a los 17.
Y hoy, a los 51, se me cruza en una segunda parte. Reescribo sin querer queriendo esa quimera de amor en este balneario.