Es una palabra que tengo incrustada hace tanto tiempo. Atardece fue el comienzo del viaje, y me dediqué a otras cosas 30 años para volver al inicio.
Hoy escribo de noche y de día. Sueño cambiado. Hago mi trabajo y duermo. Navego y duermo. Camino y duermo.

Atardece en Algarrobo fue el primer intento. Hoy me posee uno nuevo: Mujer Faro. Mismo contexto, mismo escenario. Es una tormenta de palabras que se apretujan en la cabeza. Una historia que fluye. Me ilusiona y me deprime. Pero luego me eleva, y caigo. Formato distinto: diálogos que cuentan la historia.
Atardece en Algarrobo se transforma en Amanece en Algarrobo. Un protagonista de 72 años y una chica de 60.

Me apasiona no saber si quedarán juntos o no logran. Parecía novela: quedará como un cuento largo. Lo mejor: diálogos robados del imaginario de Paquita, una secretaria de Leonardo.