Vine 25 horas a Iquique; a dos cosas.
Es bueno viajar porque uno nota lo que hay por hacer.
Di discursos mágicos: todo un vendedor de sueños y proyectos. Si resulta; cool. Si no resulta, otro intento más adelante.
Viajar es hablar con uno mismo: monólogos que dan rebotes en la cabeza.
A veces quisiera partir teletransportado a Algarrobo, a caminar con la sensación de las piedras y conchitas.
Supe que hoy había un vendabal, de esos surazos que dan frío. Aquí con el calor húmedo siento que es un clima extranjero. El hablar es más rapidito…
Viajar es mirar las cosas de lejos, desde los pliegues de mis sábanas que se me desarman a media noche por las almohadas cruzadas con mis piernas.
Quiero tener el Kino con sus mil quinientos millones para hacer más castillos imaginarios, hacer crecer la pyme, consolidar, y al mismo tiempo sentarme con un editor de Planeta que me dijiese «tu eres el futuro crack de las letras».